lunes, 16 de mayo de 2011

aDIÓS eNDEAVOUR, aDIÓS

Las misiones de las lanzaderas espaciales llegan a su fin. Han sido 134 lanzamientos protagonizados por el Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour. El de hoy ha sido pues, el último despegue de los transbordadores, junto con el ruso Buran, los 2 únicos cohetes reusables que han habido. A partir de ahora, el acceso a la Estación Espacial Internacional queda restringido a los cohetes rusos Soyuz.

Esta última misión transportará a la ISS un experimento que estaba desarrollando en el CERN el científico chino que me acompañó en la visita.

Os dejo aquí el vídeo del último despegue del Endeavour.

http://youtu.be/xQ5-DqcrAyQ?hd=1

PD: Edito. Parece ser que ésta no será la última misión de las lanzadares. El Atlantis tiene previsto hacer un último vuelo en Junio. Ya lo confirmaré.

domingo, 15 de mayo de 2011

aMANECE qUE nO eS pOCO



El jueves pasado me levanté pronto para ver una espectacular alineación planetaria que está habiendo estos días. Desgraciadamente, a las 6:00 de la mañana, el alba ya ha despuntado, y sólo pude distinguir Júpiter, Venus y muy difícilmente Mercurio, este último gracias a unos prismáticos. Marte ya era imperceptible a esa hora.

Como el Sol salía a las 6:30 esperé, pues siempre es un espectáculo verlo salir. Aproveche e hice un vídeo que quiero compartir con vosotros... lástima que la cámara no sea una HD de esas nuevas. Desde mi terraza se ve recortado contra Vilassar o Premià. Albert, el próximo día sal por la ventana y saluda, así sabré cuál de los dos pueblos es.

El próximo intento para el lunes 30, en el que se unirá a la fiesta un creciente de Luna... esa vez madrugaré más y no me lo perderé.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Lejos de aquí V


La Antártida

Un pequeño paso para la humanidad. Un gran paso para mí. O eso pensaba yo, pues poca o mucha gente, segun se mire, ha estado por estas tierras antes. Aún así, era la primera vez en la historia de la humanidad, de la Tierra, de la Galaxia, qué digo, hasta del Universo entero (de este, por lo menos, no me meto ya con los Universos Paralelos), en que yo ponía un pie en la Antártida.

Así pues, el 23 de Enero, sobre las 23.30, la zodiac nos dejaba en una playa de piedras y hielo bajo la atenta mirada de los habitantes de la Isla.


En esa playa nos esperaba también el personal de la base antártica Juan Carlos I, la mayoría integrantes de la UTM, y algún que otro científico. Entre éstos últimos, mi compañero y amigo Raul, a quien en unos días iba a tener que substituir. La recepción fue calurosa y pronto abandonamos la playa para acceder a las instalaciones de la base. Ésta está actualmente en proceso de remodelación, por lo que a parte de los españoles, había todo un grupo de chilenos que se encargaban de las obras.

Lo primero que visitamos fueron los dormitorios, tres iglús diseñados para cuatro personas cada uno. La distribución fue heterogénea y a mí me tocó, como no, con los roncadores profesionales. De esos que hacen vibrar las paredes y desenroscan los tornillos, poniendo en peligro así la estructura entera del iglú.


Y ese día poco más. A la mañana siguiente subimos a Pico Radio (que es una montaña situada cerca de la base), y desde allí pudimos obtener una perspectiva completa de la base. Ésta está situada, como veis, en un pequeño valle y cerca de la playa. Está rodeada de picos y, para bien o para mal, en verano hay poca nieve alrededor. No obstante, si se cruzan los picos circundantes, ésta cubre el suelo hasta donde abarca la vista.


En los días sucesivos a nuestra llegada todo fueron nuevas experiencias. Lo mejor de todas ellas, el paisaje y los bichejos. Desde la playa se podía contemplar un enorme glaciar a unos cinco km, que, cuando se dejaba ver, componía una postal impresionante.


Otras veces, el hielo desprendido llegaba a la playa, y nos permitía enfriar alguna que otra copa vespertina.


Los pingüinos los teníamos todos los días de visita, y nos deleitaban con sus cómicos y simpáticos movimientos.


A menudo debía subir también a Pico Radio, pues allí teníamos nuestro equipo de trabajo (y el motivo de mi "excursión" a la Antártida). El camino, sin embargo, estaba plagado de peligros. Durante esa época, las escúas (unos pajarracos considerablemente grandes) estaban poniendo huevos y criando a sus poyuelos. Estas aves son ya de por sí bastante territoriales, pero con las crías se vuelven aún más agresivas. Por este motivo, cuando me veían pasar cerca (y no había más remedio), realizaban un vuelo rasante a pocos centímetros de la cabeza, tirando armas químicas potentes y gritando "¡¡A la carga!!" en escuano.


Otra nueva experiencia, especialmente intensa al principio, fue la convivencia con gente que prácticamente acababa de conocer. Aún así, todo fue más fácil de lo que había pensado al principio, y ya no solo con los españoles, sino también con los chilenos. En este sentido, el primer domingo después de mi llegada, los chilenos prepararon un asado para todos. La carne estaba buenísima y, ya por la tarde, después de unos cuantos "bajativos", jugamos una final intercontinental España contra Chile, con un 10 - 0 a favor.




Y así, poco a poco al principio, y más rápido después, pasó la primera semana en la Antártida. En los días sucesivos llegaron experiencias nuevas y, si cabe, aún más impresionantes. Otro día, hablamos de ello.